Sumisión

Al Grano

Publicado abril 14, 2024

A Pedro le tocó el turno de noche en la gasolinera que trabajaba, las noches siempre eran tranquilas, aprovechaba para ver series turcas en Netflix, donde los capítulos se hacían infinitos pero él estaba súper enganchado por la belleza arrebatadora de los hombres turcos. Soñaba con tener un hombretón turco en su vida que fuera grande, robusto y lo llevara en volandas.

A sus 50 años, llevaba media vida en ese puesto de trabajo, no era un curro estresante, tenía un buen sueldo y bastante tiempo libre para dedicarse a sus labores y sus pequeñas aficiones, salir a cenar, tomar cafés, y tener sesiones de terapias de aceptación y superación de complejos anodinos, pero que te arrugaban la piel de tus sentimientos.

Pedro tenía muchos conocidos y colegas, pero logró formar un grupo de amigos imprescindibles, tres, que se los presentó el azar del destino, que a veces sabe mucho, para llevar a cabo estos eventos de terapia de sinceridad, de los que muchas personas les agradaría tener. Se reunían un par de veces a la semana y hablaban desde las profundidades de la empatía, del respeto y de los consejos objetivos capaces de escuchar los sentimientos más ocultos y perturbadores, que pueden aturdir a cualquier persona o diminutos problemas que algunas veces los hacemos demasiado grandes por no tener otra perspectiva, que luego se diluían en el viento de la conversación cuando los hablabas, y esos pequeños fantasmas se transformaban en anécdotas superadas.

Pedro tenía varios perfiles en aplicaciones gais, Grindr, Wapo, Scruff, buscaba al hombre de su vida, pero a pesar de que había estado con muchos, no había encontrado el amor recíproco. En su perfil se describía como romántico, soñador, que le gustaba hacer el amor entre líneas de caricias, cariño y besos, para él eso era imprescindible. Su foto de perfil siempre tenía una sonrisa ocurrente y alocada, en su descripción física ponía que media 172 cm, pero eso no era cierto, porque media 170 cm, pero en esas aplicaciones todos gais se quitan años y se suman centímetros para tratar de venderse mejor, luego cuando se conocen en persona la verdad del físico se impone. Pedro de vez en cuando ponía alguna foto de su cuerpo semidesnudo, apenas tenía pelo en ese cuerpecito que Dios le había dado, no era perfecto según los estándares, ¿pero quién es el que los marca y decide? seguro que es un hombre insatisfecho de su cuerpo. 

Tenía una diminuta barriga, que él siempre decía que estaba embarazado de mellizos, le encantaba hacerse autorretratos de risas, lo hacía para superar su timidez oculta. Un pelo corto estilo soldado de remplazo, empezaba a predominar el gris sobre el negro, hacia conjunto con su barba breve y escasa, en su cara las arrugas ya cobraban fuerza, era debido a su pasado amargo que habitó en su ser, le dejó recuerdos de esa época para que nunca los olvidará, recordar que todo problema tiene solución si se quiere y a las sonrisas que procesaba ahora después de pasar el luto de la depresión. Siempre reía y riendo era la fórmula de su felicidad exprés y cotidiana, se había convertido en una luciérnaga con luz propia, después de dejar enterrado y sepultado un viejo vicio que casi le arruinó y lo mató, cuando lo superó lo hizo más fuerte. Sus dos ojos marrones saltones los cubrían con el velo de unas gafas retro, estilo de los 70, pero lo mejor de él era su carácter afable, pacífico, nunca juzgaba y su generosidad humana le predominaba, siempre tenía el corazón predispuesto para regalártelo, sin pagar un peaje.

Pedro estaba fumándose un cigarro en el lateral del edificio de la gasolinera, ya eran las 6 de la mañana y su turno le quedaba poco para terminarlo, de repente llegó un chico en un Ford Fiesta blanco del año 2000, con muchos kilómetros y unos cuantos bollos, bajó el conductor, un hombre imponente, de unos cuarenta años, 189 centímetros de altura y 105 kilos de peso, con pelo moreno frondoso, alto largo y desaliñado, que se lo tapaba una gorra de béisbol roja Nike, con barba tupida negra como el carbón recién extraído de la mina, en la mejilla derecha tenía una cicatriz de unos 6 centímetros de larga, le llegaba hasta el pómulo y llevaba unas gafas de sol que le tapaban un poco esa marca y le ocultaban sus ojos marrones oscuros desesperados y tristes, se aproximó a Pedro le pidió un cigarro, este sacó su paquete del bolsillo del pantalón le dio uno, le ofreció hasta fuego, el hombre encendió el pitillo metió un par de caladas con mucha ansiedad, estaba nervioso porque sabía lo que iba hacer, sacó una navaja enorme de 12 centímetros de su bolsillo del pantalón, la abrió y la empuñó con su mano derecha y la llevó hasta el estómago de Pedro, y le dijo:

-Si no gritas y no te haces el héroe esto terminará en seguida y no te pasará nada, el dinero que voy a robar no es tuyo, es del cabrón de tu jefe. ¡Date prisa! ¡Vamos dentro!

A Pedro le temblaban las piernas y el corazón le iba a 1000 revoluciones, resonaba en su interior en estero, entraron dentro de la oficina, pasó el cerrojo de la puerta para evitar que alguien pudiera entrar mientras sustraía la caja, Pedro se dirigió al mostrador y abrió la caja pero no había mucho efectivo, Daniel se puso muy nervioso y tenso, le dijo a Pedro 

-¿abre la caja fuerte que seguro que hay hay mucho dinero?

Pedro le respondió no tengo las claves y el dinero se lo llevan a las ocho de la tarde. 

En esos momentos llegó una patrulla de la Guardia Civil a repostar, eran clientes habituales, se acercaron a la ventanilla para decirle a Pedro que querían el depósito lleno, pero el comportamiento de Pedro era anormal, estaba sudando y titubeando, mirando hacia el infinito. Llenaron el depósito y se subieron al coche, arrancaron y se fueron, uno de los guardias civiles se percató que estaba aconteciendo algo anormal, por el comportamiento errático de Pedro que siempre era afable y bromista con ellos.

El sargento que conducía y tenía una extensa experiencia en atracos a gasolineras, le dijo a su compañero novato, ¡aquí pasa algo!

Se detuvieron en el parking trasero de la gasolinera, dejaron el coche aparcado, querían comprobar que todo estaba correcto y fueron andando sigilosamente hasta el edificio, para no llamar la atención, se asomaron por la ventanas discretamente, se percataron que dentro había un individuo con aspecto sospechoso acompañando a Pedro con una navaja enorme en su mano apuntando al cuello, la sospechosa del sargento Martínez se confirmó, este le dijo a su compañero Pérez que se deslizará hasta puerta principal comprobará a ver si estaba sin el cerrojo pasado, y eso hizo pero la puerta estaba bien cerrada, lo internaron también por la puerta trasera, también lo estaba. Esas dos puertas blindadas iban a ser difíciles de abrir y sin hacer ruido. El atracador se percató de la presencia de la autoridad gracias a las cámaras de seguridad que delató al novato Pérez, porque no supo esquivarlas. El atracador empujó a Pedro,  hasta la ventana, lo cogió del cuello con su brazo izquierdo sujetándolo fuertemente y con su mano derecha que empuñaba la navaja de la puso en el cuello, para que los guardias civiles lo vieran, les dijo 

-¡Si entráis lo rajo de arriba a abajo como a una lubina y luego me lo como, os dejo a vosotros sus tripas!

Pedro se acongojó, pero también le dio un escalofrío de morbo que lo moviera de esa forma tan brusca, y notar la polla del atracador rozándole el culo, lo ruborizó.

El morbo a veces no tiene explicación psicológica ni comprensión intelectual, es independiente de nuestra lógica racional y puede sacudir nuestros estereotipos emocionales convencionales que nos han arraigado y sorprendernos gratamente, es incomprensiblemente maravilloso.

Eso es lo que le pasó a Pedro, pero no fue el único, el atracador también se percató de que su atributo masculino creció entre sus calzoncillos energéticamente e ilógicamente, nunca le había acaecido ese sentimiento anónimo con otro hombre, se dejó llevar por esa fuerza emotiva natural, siguió sujetando a Pedro, quería comprobar que lo estaba ocurriendo en su yo masculino, y si estaba siendo real y porque fue provocado, de que mundo venía esa atracción, el gay. 

Pedro se percató que no solo había una navaja apuntando a su garganta, sino también una polla enorme y dura a su culo, estaba rodeado, no había escapatoria.

Empezaron a llegar más coches de la guardia civil, y los UEI, la unidad de élite para rescatar rehenes, con esos cuerpos tan moldeados de músculos y duros como el mármol, cercaron toda la gasolinera, iba a ser un hurto rápido y express, se convirtió en noticia, empezaron a llegar medios de comunicación para difundir el atraco en directo. Ya no había escapatoria para Manuel, el famoso y escurridizo delincuente de gasolineras, estaba acorralado.

El negociador de la benemérita se puso en contacto por teléfono con Manuel, haciendo una propuesta para que dejara libre a Pedro, pero se negó, este quería un coche veloz y que se fueran. El negociador le dijo que necesitaba más tiempo porque tenía que consultar con sus jefes. 

Manuel le dijo a Pedro que desconectara las cámaras de seguridad del interior para que no les pudieran ver, y que bajara las persianas de los ventanales para que no se pudiera ver desde el exterior lo que acontecía en el interior. Como buen rehén obedeció las órdenes. Ya llevaban dos horas encerrados, la espera desespera, Pedro intentó convencer a Manuel de que se entregará, diciéndole porque no terminas con esto, te dejas coger, yo hablaré en tu favor para que la pena sea menos dura.

-Manuel le dijo, me da igual todo, tengo 40 años y han sido una mierda todos los días, desde que nací, hasta hoy, un padre déspota y maltratador, una madre alcohólica y puta, yo iba de una casa de acogida a otra, y abusaron de mi y cuando me hice adulto no me contrataban en ningún trabajo por mi aspecto agitanado. ¡A estas alturas, me da igual todo!, lo perdí todo al nacer, y la cárcel la conozco bien, no le tengo miedo, es mi selva.

Pedro empatizo con la desgraciada vida de Manuel, se ofreció para darle un abrazo de consuelo. Manuel percibió tanta ternura y honestidad en ese abrazo que se terminó de derrumbar como las columnas del viejo panteón.

-Nadie me ha abrazado hasta la fecha como tú lo has hecho.

-Seguiría abrazándote mucho más y hasta el infinito, si me dejas.

Esta vez el permiso para abrazar no fue una confirmación verbal, fue visual.

Se volvieron a fundir en otro abrazo, pero este fue más intimista y ardiente, luego se miraron fijamente a la cara y empezaron a besarse, se metieron la lengua hasta la garganta, ese morreo duró diez tiernos minutos.

Manuel con todo lo rudo que era por fuera, en su interior era un trozo de pan mojado en leche y ColaCao, nadie supo apreciarlo, ni darle una oportunidad para demostrarlo, vivía a base de palos como un caballo de carga.

Lo que comenzó como un sencillo atraco, se desvió hacia la trastienda de la gasolinera, se tumbaron en el camastro de colchón duro que había para los trabajadores que utilizaban para descansar, se despojaron de la ropa, se encontraron, una alma desatendida y destrozada por su historia maltrecha, con otra alma que le encantaba repararlas, como hicieron con la suya, se veía comprendido con las causas imposibles, era una especie de cadena de favores.

Empezaron a follar como si fuera la última vez y el mundo se terminará ese día, Manuel follo el culo de Pedro una y otra vez, con su enorme polla de veintiún centímetros, no paraba de correrse en el culo tan estrecho de Pedro, que se abrió con la fórmula secreta de la saliva y la pasión, llevaba años de represión acumulados, esa mañana Manuel descubrió un secreto suyo, le gustaban los hombres, se sintió libre a punto de ser apresado por la guardia civil, y Pedro sintió el amor como nunca, y el placer por primera vez. 

Después de ejercer de amantes de la gasolinera durante una hora intensa, se fumaron unos cigarrillos tumbados en el camastro que lo ablandaron con el sexo.

Con tanta distracción no se percataron de que la guardia civil había entrado, los pilló in fraganti y desnudos, se llevaron a Manuel esposado, y a Pedro lo introdujeron dentro de un coche de patrulla y un periodista le preguntó si había pasado miedo y si se encontraba bien, Pedro le respondió “estoy genial, me han atracado el culo y me han robado el corazón”

Jackson, el Palote, a sus 27 años y su 170 cm, es un hombre forjado en la calle, con varias entradas a la cárcel por problemas de drogas, es un despiadado distribuidor y con varios camellos a su servicio en la zona sureste de Caracas. En la cárcel se hizo con su fama de hombre cruel y a quien no se le podía negar nada, pero también le había cogido gusto a follarse a otros hombres como muestra de su poder y como un desahogo sexual fácil. Pocos se habían negado a sus deseos, el precio que tuvieron que pagar por esa decisión había sido alto e implacable. 

Su sobrenombre, el Palote, se debía a su descomunal polla de 21 cm, de la que nadie nunca olvidaba, una vez que la sentían dentro del culo… tampoco lo olvidaban por la cicatriz de su cara, producto de una pelea en prisión.

Hace 6 meses El Palote tenía la urgente necesidad de un contador y secretario de confianza para llevar sus “negocios”. Su hermana le envió a un vecino, Carlos un hombre divorciado de 36 años y 1,80 cm de estatura, con su barba y su cuerpo peludo bien cuidado. Fue a la entrevista de trabajo muy temprano y Jackson se estaba apenas despertando. Lo hizo pasar para conversar antes de entrar a ducharse, por lo que sólo estaba con una minúscula toalla. Lo primero que el aspirante a contador noto, fue la enorme polla que se asomaba por fuera de la toalla, mientras El Palote preguntaba y explicaba el trabajo, Carlos no dejaba de ver la gran polla, no por sentirse atraído ya que no era gay, si no por el tamaño y simple curiosidad. Hasta que Jackson se percató que el aspirante al trabajo le veía la polla repetidamente su lado depredador salió a flote, se paró del banco donde estaba y fue directamente a tocar a Carlos, este retiro la mano que lo exploraba lascivamente y le dijo: 

“Perdone señor Jackson, no soy homosexual, pare por favor!”

El Palote replicó:

“No te estoy preguntando, ¡tu calla!” “Si no te gusta, puedes irte, pero tu y los tuyos aténgase a las consecuencias!”

Su voz sonó tan autoritaria y amenazante que no dejaba duda de sus intenciones, Carlos quedó en completo shock y no atinó a decir o hacer nada mientras era manoseado y desvestido bruscamente. Jackson acercó su cara al cuerpo del paralizado visitante y comenzó a olfatearlo, olía a hombre con un perfume caro pero también sintió el pánico, por lo que supo, que ya no habría barreras para hacer lo que quisiese. Y a Carlos le había quedado bien claro que no tenía salida, que tendría sexo contra su voluntad o quien sabe que le podría pasar a él y a su familia, lo que no se imaginaba era lo que resultaría de esto.

La toalla de Palote, cayó al piso, y si la polla en estado natural era grande, parada era descomunal. La mano de Carlos fue llevada a la fuerza al gigantesco pene y obligado a masturbarlo, luego, ya sin ropa y su cuerpo habiendo sido totalmente explorado y olido, le tocaba el turno a su boca. Con un movimiento firme, lo tomó por los hombros hasta que estuvo de rodillas frente a la polla y comenzó a tratar de forzar la mamada, Carlos tuvo algo de resistencia, sentía, eso sí el olor a orine y de alguien que acababa de despertar con los sudores de la noche. Como se negaba a abrir la boca, su respiración la corto apretando su nariz y diciéndole:

“Hazlo bien, coño de madre!” “Si siento tus dientes, te irás a casa sin ellos y si vomitas, no irás a casa, irás a un basurero!”

El terror se apoderó de Carlos, el tono de las palabras no admitía equivocarse, abrió la boca y empezó a mamar con sumo cuidado. Sentía el sabor salado y el olor penetrante, pero no se atrevía a negarse. Jackson comenzó a follarle la boca con fuerza y tomando el control con sus manos en la cabeza del abusado. Debido al tamaño de la polla, estuvo varias veces ahogado y a punto de vomitar mientras salivaba copiosamente. El Palote, estaba tan excitado con su nuevo juguete sexual que se corrió muy pronto, pero no sin antes advertirle a Carlos, que tenía que tragarse todo, nada podía caer fuera de su boca … .y así lo hizo.

Una vez saciado, llamó a su guardaespaldas y mandadero. 

“Tonton, llévate a este y prepáramelo como sabes que me gusta, voy a desvirgar este culo!” “Espero que esta vez lo hagas bien, no quiero tener que recordarte a quien le debes todo” “Lo quiero preparado en mi cama en 2 horas!”

Carlos con voz de pánico y súplica atinó a decir.

“Por favor, déjeme ir señor Jackson, le juro que no diré nada de lo sucedido, pero le pido que no me haga daño, no soy homosexual, por favor, por favor!” Repetía esto último una y otra vez.

Tonton lo tomó por el brazo, sin medir palabra y lo condujo fuera de la habitación, mientras Palote fue a ducharse como tenía planeado antes de la visita de Carlos.

Dos horas después, sobre la cama había un hombre en calzoncillos, tembloroso y ansioso, con un culo limpio como nunca y custodiado por Tonton. Luego de 3 agónicas horas de espera, apareció Palote y con un gesto ordenó al guardián fuera de la habitación, se quitó la ropa y se recostó al lado de Carlos, quien estaba inmóvil y sin atreverse a mirar o decir nada. Solo escucho las instrucciones, que  más bien se oyeron como órdenes:

“Quítate los calzoncillos y empieza a mamarme la polla, y esta vez quiero que me lamas los huevos!” “Me gusta empezar así, además recuerdas que llevaré siempre las riendas de la follada, tú estás para complacerme, ¡entendiste!”

Con cara de estupor, Carlos alcanzó a murmurar lo dicho anteriormente, que no era homosexual, que le dejara ir y que no diría nada a nadie; palabras que no hicieron mella en Palote, solo hablo en tono más alto y de orden:

“Comienza de una vez, no me hagas repetirte nada!”

Y así lo hizo Carlos, comió la polla y lamió los huevos, esta vez el desagradable sabor de esta mañana a meados no se sintió. Hizo todo como se le ordenó con la esperanza que al correrse, toda esta situación pasaría y podría irse a casa y olvidarlo todo.

Mientras le mamaba, Palote le indicaba que hacer y cómo. Hasta que le dijo que le pusiera el culo en la cara mientras seguía comiendo polla y huevos. Al sentir una lengua en su ojete, Carlos experimentó un placer que no conocía y que hizo reaccionar su polla, algo que trató de ocultar, pero no podía. Luego de tener su culo bien mojado con saliva, Jackson le ordenó acostarse boca abajo y comenzó a lubricar la polla, algo que estaba por ahora hombre virgen, y comenzó a introducir poco a poco su inmensa polla. A pesar de la saliva y el lubricante, cada milímetro que entraba era una agonía, lo hacía gritar y retorcerse, pero el miedo y la autoridad de Jackson, hizo que aguantara para que la gigantesca polla siguiera entrando hasta que estuvo toda adentro. 

Carlos mordía la sábana, apretaba los puños por el dolor, mientras Palote lo embestía una y otra vez. Siguió follandolo ignorando súplicas, gritos y hasta gimoteos, por un buen tiempo, hasta que la excitación por este culo que hasta unos momentos nunca había “probado” polla, no aguanto mas y se corrió como hacía tiempo no lo hacía.

Todavía dentro de Carlos, Jackson con lo que acababa de sentir, decidió que el contador, pasaba a ser de su propiedad y se quedaría a vivir y compartir su cama hasta que el cambiara de opinión.

Carlos empezaba a recuperarse físicamente pero no anímicamente, cuando Palote , llamó a Tonton y le dio instrucciones:

“Lleva a este a casa de su madre, que recoja lo que necesite y lo traes, se muda a vivir conmigo” “Pero primero ayúdalo a limpiarse el culo y a vestirse” “Lo quiero a partir de esta noche acostado en mi cama, así que no pierdan tiempo!”

Tonton asintió con la cabeza y Carlos, aturdido por lo sufrido, aún no caía en lo que pasaría, pero a partir de esta noche todo quedaría claro.



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