Voyeurismo y el cuarto oscuro 

Jon Bicho

Publicado abril 21, 2024

Ulises estaba trabajando un sábado por la mañana en su negocio, había ido adelantar faena como casi todos los sábados, era una rutina habitual en su vida, en la que se había convertido en un círculo de costumbre anodino y vicioso, no tenía casi vida propia, se había olvidado de vivirla tiempo atrás, en la penumbra de su soledad estaba haciendo cuentas y números para ver cómo iba la empresa. 

Se estaba preparando un café y le tocaron a la puerta, se asomó para ver quién era, la llave estaba pasada para que nadie pudiera entrar. Se acercó a la puerta vio a un chico joven, rondaba los 30 años, su hermoso pelo con tirabuzones rubios se veían desde el fondo, radiaba energía y ganas de hacer una gran labor social, pero algo necesitado.

A Ulises no le gustaba que le molestarán cuando estaba en sus labores, abrió la puerta con sobriedad y distancia, el chico le preguntó si hacía fotocopias, y que solo necesitaba una, Ulises le contestó con un no contundente, y que no se dedicaba hacer esas cosas, 

el chico muy comedido le hizo otra cuestión, 

-¿sabes de otro sitio? 

Ulises le dijo, hay una tienda de fotocopias en la esquina pero hoy se encuentra cerrada, lo siento pero te tengo que dejarte, debo continuar trabajando.

Ulises se despidió de él y volvió hacerse su café, a los pocos segundos reaccionó y sé compadeció del chico, salió corriendo y le tocó a la ventanilla del coche que estaba aparcado en la puerta del negocio, y estaba a punto de salir corriendo. 

El pobre chico se iba desesperado, esa fotocopia para él era muy importante. Estaba dentro de su viejo Citröen C5 de segunda mano, arrancándolo y desolado.

Ulises le dijo entra, que te voy hacer esa fotocopia, el chico se sintió aliviado y le cambió la cara, puso una sonrisa desahogo.

Empezaron a hablar de cosas cotidianas, Ulises le ofreció un café mientras se hacía esa única fotocopia, y era en color.

Ulises le preguntó por su nombre, el chico tenía vergüenza por decírselo, 

me llamo Poseidón,

Encantado, yo Ulises, el chico dijo menudos nombres tenemos y nos pusieron nuestros progenitores, 

Ulises dijo sí, ¡con mucha mitología! empezaron a reírse, a partir de esas dulces sonrisas empáticas, el lenguaje corporal se relajó. 

Se sentaron en el sofá, la conversación subió de tono, mientras se tomaban ese café, sorbo a sorbo, sin prisas, degustándolo, Ulises observaba los carnosos labios del chico que tenía una gota de café, Ulises quería chuparla para que no se desperdiciara, el chico muy provocador, sacó su lengua larga y rosada, se lamió esa diminuta gota negra de café colombiano que fue recogido a mano por hombres sudorosos que trabajaban de sol a sol para cultivar el mejor café del mundo y por una miserable remuneración, luego en el primer mundo, el kilo se pagaba muy caro. Ulises era muy sibarita, no se comía ni bebía cualquier cosa.

Los ojos verdes esmeralda de asistente social, no tenían precio en el mercado persa de la lujuria, no dejaban de mirar el pecho medio canoso de Ulises, sus pelos se le escapaban por el cuello pico de su vieja camiseta blanca de algodón egipcio, hacían armonía con su canosa barba de marinero sin rumbo ni barco.

Ulises tenía una experiencia cautivadora de 

años, era un viejo lobo, delante tenía a un ternero, que había entrado en su cueva, le estaba haciendo una fotocopia corporal al físico de Poseidón, sus ojos navegaban por todo su cuerpo, ya se lo estaba imaginando desnudo. Se podría apreciar que tenía el pecho bien definido por la gimnasia que había practicado tiempo atrás, pero se había abandonado un poco, le delataba su diminuta barriguita sexy. Ulises era muy exigente con los hombres con barriga aunque fuera muy discreta las rechazaba por el guión de sus gustos, pero esta le daba morbo y eso que estaba tapada.

-Ulises le preguntó, ¿te importa que fume?

-Poseidón le contestó no, pero con una condición, me tienes que invites a uno. 

-Ulises le dijo, solo tengo uno en este paquete, podemos compartir unas caladas, sino te importa que mis labios se hayan humedecido la boquilla. Era mentira que Ulises solo tuviera un pitillo, tenía otro paquete guardado en su mochila.

-¡No me importa, lo compartiremos!

Ulises encendió el cigarrillo con su mechero Zippo, la llama fue intensa.

¡Cuánto fuego tiene este mechero! Exclamó Poseidón.

¡Mucho, ni te lo imaginas! Respondió Ulises.

De repente vino un silencio de iglesia sin feligreses, provocando por Ulises, estaba poniendo a prueba a su presa, quería saber hasta dónde podía comérselo y aguantar la afasia. Poseidón respetaba ese silencio y le ponía algo nervioso, estaba esperando a ser devorado, porque era muy tímido para lanzarse a los labios de Ulises, pero tenía ganas de morderlos. 

 

Ulises dio una calada muy intensa y le lanzó el humo a la cara de Poseidón, como lo hubiera hecho Humphrey Bogart, le pasó el cigarrillo tocándole la mano de forma muy sutil a Poseidón, tenía una mano hecha de seda, era hipoalergénica, eso le dio más confianza para seguir acariciándola, me encanta tu suavidad, Ulises pensó en tu interior, me podría deslizar sobre él como si fuera un tobogán, hasta llegar hasta tocar suelo.

 

Poseidón le contestó, pues no me pongo cremas, tengo todo el cuerpo igual de suave, esa frase fue adrenalina pura para el morbo y la señal para quitarle la camiseta azul eléctrica que cubría ese cuerpo bronceado natural, eso hizo, no titubeo, Ulises le quitó esa camiseta que le sobraba, con cariño mientras sus manos se deslizaban por ese cuerpo al compás que lo desnudaba, quería testar si era verdad que toda esa piel estaba hecha de seda de natural. La polla de Ulises se le reivindicó y se le puso súper dura, estaba a punto de romper los pantalones que llevaba puestos y escaparse de ellos como si fuera un preso que se fuga de la cárcel, pero Poseidón fue quien la liberó de esos pantalones opresores, con sus manos sedosas y nada tímidas, se los arrancó bruscamente, cogió la polla y empezó a masturbala, ¡uff que polla más rica y mojada, tienes!

Ulises auyaba de placer.

 

“Empezó a rodarse la película porno gay improvisada por dos hombres que eran desconocidos”

 

Poseidón se quitó los pantalones, y las zapatillas se quedó en calzoncillos por imperativo de Ulises, que le dijo no te los quites, te los quitaré yo cuando llegue el momento, esa frase encendió más a Poseidón, le gustaba ser sometido y someter, ambos sabían combinar perfectamente los dos roles.

 

La versatilidad es una virtud porque te permite explorar nuevas experiencias, y es el incienso que perfuma el morbo. 

 

Ulises se arrodilló en el suelo y no para rezar, mientras Poseidón estaba sentado, le quitó los calzoncillos poco a poco, primero se los bajó hasta el pubis rasurado, dejó el capullo al descubierto, y le dio un lengüetazo en el capullo, que tenía un color rosa perfecto, Poseidón estaba poseído de lujuria, deseaba que Ulises  le quitara de golpe esos pantalones cortos de color pistacho y a la vez que se quedaran donde estaban, en ese limbo tan provocador e indefinido, finalmente se los quitó, la piel la tenia erizada, empezó a comerle la polla sin prisa, quería degustarla, se la introdujo toda hasta el fondo de su garganta, Poseidón gritaba, ¡no pares, no pares! 

Ulises seguía comiéndose esa polla de talla mediana, con forma de gancho para colgar la ropa, era una polla muy griega, sin circuncidar, Poseidón estaba revolviéndose en la harina del placer, ambos se tumbaron en ese gigantesco sillón que estaba en la entrada e hizo de índigo de amor, comenzaron a besarse, los labios de Poseidón aún tenían el sabor del café, Ulises los desgustaba beso a beso, Poseidón se montó encima de Ulises se mojó su mano con su saliva, y lubricó su culo, cogió la polla e inclinada de Ulises, se la puso en su ano y empezó frotarse con el capullo de Ulises, luego la introdujo poco a poco en su culo se empezó a dilatarse a medida que entraba, se la metió hasta dentro, comenzó a cabalgar como en un tíovivo, cada vez trotaba con más ritmo, Ulises estaba a punto de correrse, y vociferaban con extrema comunión, ¡Sigue, me voy a correr en tu culo,!

¡Córrete, córrete, lléname con tu leche!

El semen empezó a salir a borbotones, le llenó ese culo duro, jugoso y perfecto que Poseidón había heredado de algún antepasado. La aguantó un ratito dentro para compartir el calor del semen y estar más conectados.

 

Permanecieron tumbados de costado, mirándose fijamente, Poseidón revisaba los sucos de las arrugas trabajadas con los años de la cara de Ulises, sin mediar palabra, mientras acariciaba su barba y los pelos de su pecho. Ulises observaba la piel tersa de sus rostro y los ojos honestos de color verde esmeralda.

 

Poseidón tenía más ganas, aún no se había corrido, empezó a darle un masaje a Ulises que estaba tumbado boca abajo, las manos de Poseidón recorrían todo el cuerpo velludo de Ulises, notaba la magia de la energía que poseía esas manos sedosas, continuó comiéndole el cuerpo a besos, hasta llegar a su culo que empezó a comérselo, Ulises gemía de placer, Poseidón cada vez estaba más cachondo y su polla estaba durísima, se tumbó encima del cuerpo de Ulises y le metió su polla jugosa en el culo de Ulises, mientras le besaba la nuca, luego Ulises se puso a cuatro patas, Poseidón se arrodilló, se puso en forma de L, para poder seguir conectado pecho con espalda y poder besarlo, sin sacar la polla del culo de Ulises, seguía follandoselo sin parar, esa polla parecía que conocía el culo de Ulises de toda la vida, gemían como bestias salvajes, gritaban como locos que habían perdido el control, Poseidón se corrió dentro de ese culo tan necesario de ser follado.

Ulises solo se dejaba penetrar por sus parejas o amantes, no por desconocidos, era muy estricto con esa regla, pero esta vez se dejó llevar por un impulso desconocido y muy convincente, algo en su interior llamado amor express le convenció y le tocó su corazón, fue la mirada de ese chico que destellaba ternura jamás vista.

 

Leo era un observador nato, un sabueso de la honestidad, un neurocirujano de la hipocresía la cortaba con el bisturí de la verdad y se deshacía de ella, era un animal con mayúsculas.  Esa noche el vicio lo tenía subido y sublime, como la lívido y quería experimentar con la sabiduría del voyeurismo, quería satisfacerlo. No recordaba la última vez que lo practicó, últimamente lo tenía olvidado como a su gran amante que aún navegaba por las venas de su corazón.

Se dirigió a un local cochambroso de crussing y oscuro donde se practicaba sexo sin pudor, sin fronteras, ni respeto, cuando entrabas a ese pub olía a semen recién ordeñado, y se te clavaban las miradas de los que estaban dentro, esperando su turno, como el de una carnicería humana, eras un posible alimento para satisfacer el hambre del sexo express, eras un trozo de carne con forma de falo y culo.

Entró con aires de realismo, sin muchas expectativas que hubiera carne fresca, ya que estos antros estaban en declive por culpa de las malditas aplicaciones, donde era más fácil encontrar lo que querías y hacer la orgía en casa y más cómodo.

Ya estaba dentro, se acercó a la barra sin titubear, se pidió un ron con hielo y sin refresco, bebió un buen trago, él observaba a la clientela que estaban apoyados en la larga barra y en la antesala que era una especie de pub, para poder charlar y conocer algún chico, los otros chicos le observaban a él, sin tapujos. Se terminó su copa y se pidió otra, quería entrar en calor rápidamente, pagó con su móvil. El camarero de pelo corto, ojos de color marrón oscuros y pelo en el pecho, no llevaba camiseta, era un chico simpático y muy guapo, le ofreció condones, él los cogió se los guardo en el bolsillo. 

Se encontraba preparado para entrar a la trastienda, entre bastidores, el ron le animó mucho, hizo el recorrido correspondiente, se iba deslizando poco a poco por la oscuridad como un gato en celo, entró en el showroom del vicio, era una habitación grande y en el centro había una gran cama redonda, hecha a medida, color roja, recordaba a las que habían en los prostíbulos del París de principio del siglo veinte, su estilo era art decó, había unos cuantos personajes tumbados en ella, cuatro, con los pantalones desabrochados, bajados hasta las rodillas y enseñando las pollas todas duras mientras se la tocaban, esperaban su turno, había un chico de rodillas que no estaba rezando, que hacía de bufón del circo sado, iba lamiendo las pollas una a una como un chupachu, las aspiraba, las iba absorbiendo, habían pocas pollas para ese chico tan necesitado de mamar, era una manada de lobos con su presa fácil, al chico lo habían desnudado, era muy jovencito, sobre 25 años, se volvía loco comiendo pollas, se corrían por su boca y sobre su cuerpo sin pelos y piel blanca, esos cuatro hombres maduros. 

Él se tragaba el semen como si estuviera en plena lactancia, un hombre se levantó de esa cama del placer carnal para meterle su gran polla en ese culo imberbe, pero bien abierto, ese trasero tenía grandes añadas de preñadas, estaba muy experimentado en enormes folladas, se corrió en su culo le salía el semen de dentro porque no cabía más en su interior. 

Leo observaba con sus prismáticos lascivos todo ese espectáculo de sadismo, ya empezaba a sentir el hormigueo del morbo que lo tenía algo seco por el estrés del trabajo, empezó a despertársele con furia, notaba la erección de su polla entre sus vaqueros viejos y desgastados, le daba latigazos en su vástagos huevos de placer. Siguió andando por ese laberinto de local, tenía tres mini habitaciones para tener algo de privacidad, duchas abiertas donde habían un par de hombres duchándose juntos, frotándose con la fiebre loca calenturienta que se la provocaba que los vieran  magreándose, eso les excitaba muchos, les complacía la perversión de ser mirados. 

Ese antro era un parque de atracciones para adultos sin prejuicios, lo habitaban todo tipo de hombres, hasta casados con mujeres que las tenían engañadas y lo peor de todo se autoengañaban cínicamente, se encontró a un tipo corpulento de unos 50 años tumbado en el potro, atado con arneses no podía moverse, la boca la tenía tapada con una mordaza con una bola de goma, mientras otro hombre con un físico atlético y robusto le metía su gran puño con cardenales por el culo, el hombre gemía de placer y dolor,  mientras tres hombres hacían corrillo y se masturbaban con la sintonía de una orquesta filarmónica.

Leo necesitaba más, ya se había enrolado a ese ejército de sadomasoquistas, tenía que terminar de satisfacer a su parafilia, le dominaba, era un lobo aullando, gimiendo y siguió con el recorrido en el universo metasexo, deambulando por los pasillos, vio una puerta medio abierta de una de las mini habitaciones habían dos chicos con camisetas de tirantes y sin pantalones, la curiosidad le invitó a entrar, uno de ellos estaba inalando popper, estaba eufórico y desatado el otro le estaba comiendo el culo, Leo permaneció en un rincón del habitáculo, eran una pareja, el que estaba inhalando le dijo ven guapo, se empezaron a morrearse, Leo se le puso la polla dura como una espada de un ninja, el otro chico le bajó los pantalones le empezó a comer la polla mientras le comía el culo a su pareja, luego cogió la polla de Leo con su mano suave se  dirigió al de culo de su novio, le invitó a que la introdujera, Leo estaba súper excitado, empezó a sacarla y a meterla una y otra vez,   gemían los tres de placer cada uno por sus razones, dos por estar follando y el tercero por contemplar como se follaban a su chico, Leo gritaba ¡me voy a correr en tu culo!

-El novio de decía “hoy el culo de mi chico es todo tuyo, préñaselo ” 

Leo le dejó todo el culo lleno de leche muy caliente. 

El novio le decía cariño fóllame tú ahora, termíname de llenarme mi culo y dejárme embarazado, y eso hizo, fue meterla y enseguida se corrió, los tres terminaron besándose lascivamente.

Leo se vistió, se despidió con una sonrisa de placer y un hasta pronto.

Esa noche durmió como nunca.


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